Llega el verano, el calor, la playa, la terracita, la cervecita… y, aunque este año está siendo un pelín atípico, con todo esto llegan a nuestras costas miríadas de extranjeros en busca de las bondades de nuestro clima y nuestra gastronomía. Son muchos los restaurantes que deciden traducir sus cartas y menús para poder atraer así a esos millones de turistas que visitan España cada año. Pero lo cierto es que basta un nivel medio-bajo de inglés y darse una vuelta por el paseo de cualquier ciudad costera para darse cuenta de los horrores que podemos encontrar en esas traducciones. Aunque bien cierto es que algunas de ellas nos hacen echarnos unas buenas risas —y como entendemos que el objetivo de los restauradores no es convertirse en los bufones del lugar—, hemos decidido traeros los cinco consejos definitivos para traducir vuestra carta este verano. Empezamos.
Consejo número uno: di no al traductor Google
Por favor y por lo que más quieras, el traductor Google no entiende de contexto y lo más normal es que acabes haciendo el ridículo por querer ahorrarte cuatro duros (sí, créenos, una traducción profesional de una carta no cuesta tanto). Así puedes acabar teniendo una letter (carta de esas que escribíamos antes de la llegada de Internet para decirle a tu amor de verano que la esperabas ansiosamente) en vez de un menu. O, peor aún, un octopus to the party o peppers with beautiful (esto deben ser las últimas tendencias marinas).
Consejo número dos: huye de la traducción literal
Algunas veces puede funcionar (como con Russian Salad), pero lo normal es que acabes no vendiendo ni un solo plato de huevos rotos —con lo buenos que están— porque ningún británico se siente atraído ante la imagen mental de unos broken eggs. Lo mejor en este caso es siempre buscar los platos en webs del país del idioma al que traduces (como, por ejemplo, la web de Jamie Oliver) y ver si se entiende o no.
Consejo número tres: explica en qué consiste el plato
Todo el mundo sabe lo que es una paella, una pizza o un fish and chips, pero no todo el mundo sabe lo que es un gazpacho manchego o una fabada. Muchas veces no hay equivalentes en otros idiomas y los platos no son conocidos en esos países. Siempre se puede arriesgar uno y tratar de «inventar» una traducción, pero, en estos casos, lo mejor suele ser dejar el nombre del plato y añadir una línea que explique en qué consiste.
Consejo número cuatro: keep it simple
A no ser que tengas una estrella Michelín o aspires a tenerla, nuestra recomendación es que hagas las cosas lo más sencillas posible. Porque unas «alubias con deconstrucción de pimiento, ajo y cebolla y reminiscencias de compagno asturiano» es probablemente más difícil de entender que un «guiso de alubias con morcilla y chorizo al estilo asturiano». Así que, si tienes que describir platos, piensa en tu cliente y en que lo que busca no es estar media hora descifrando lo que va a comer; tiene hambre y quiere pedir lo más rápido posible para volver a tumbarse al sol.
Consejo número cinco: si no quieres hacer el ridículo, contrata a un profesional
Al final, lo mejor que puedes hacer es contratar los servicios de un traductor profesional. Porque, por mucho menos de lo que crees (porque de verdad que traducir una carta no es tan caro), te puedes ahorrar un bochorno y eso, queridos restauradores, no se paga con dinero.
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